El castillo de cristal es una notable memoria de fortaleza y redención.
Es también, una mirada reveladora a una familia que es a la vez
profundamente disfuncional y tremendamente viva, vibrante. El padre, Rex
es un hombre carismático y entusiasta, que logra transmitir a sus hijos
la pasión por vivir. Les enseña física, geología, les cuenta historias.
Pero Rex es alcohólico, y cuando está ebrio se convierte en una persona
destructiva y poco de fiar. La madre es un espíritu libre, una pintora
muy orgullosa de su arte que aborrece la idea de una vida convencional y
que no está dispuesta a asumir la responsabilidad de criar a sus hijos.
Los Walls son una familia errante. Viven aquí y allá y sobreviven como
pueden. Los niños aprenden a cuidar de sí mismos, se protegen unos a
otros, y finalmente consiguen salir del círculo infernal en que se
convierte la familia para marcharse a Nueva York, seguidos de sus padres
que optan por la indigencia. En el camino quedan noches al aire libre
en el desierto, pueblos donde acuden durante una semana a la escuela,
vecinos que los ayudan y abusos de todo tipo. El castillo de cristal es
una historia impregnada del amor de una familia que ama y que también
abandona, que es leal y al mismo tiempo decepciona.
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