PROHIBIDO OLVIDAR
“Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos
puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos marginan, nos
matan la memoria
nos queman las ideas, nos quitan las
palabras”. Litto Nebbia
La violencia hacia las personas, a veces nos
quita fuerzas.
En Argentina el 24 de marzo es el Día
Nacional de la Memoria, fecha en la cual se recuerda el Golpe de Estado de 1976 que fue el que
marcó un antes y un después en la historia Argentina. La dictadura militar ha
sido un acontecimiento que golpeó a todos: padres, madres, abuelas, hijos,
nietos, etc. La generación de ese entonces quedó marcada con tal situación, si
bien hubo seis golpes de estado en total, el último fue el más sangriento.
Muchas personas aseguran que tal vez era
necesario que sucediera, ya que en ese entonces
había descontrol económico, violencia política y era evidente que el
gobierno estaba en desunión. El golpe de estado supuestamente serviría para
reorganizar la Nación, pero se les fue la mano.
Para dar mi
opinión sobre esto me baso en lo que me contaron y cuentan: mi papá, tíos,
conocidos que vivieron ese momento, y la
información leída.
Los militares implementaron el terror para
poner “orden”. Una persona normal no podía salir de su hogar sin el miedo de
ser secuestrado. Existían el toque de queda, es decir que se podía estar hasta
cierta hora en las calles. No se era libre para expresar los propios ideales,
no se podían festejar cumpleaños, y si
lo hacían y los militares veían mucha
gente, se armaba un revuelo. No se podía
ser partidario de ningún grupo político, social o sindical; a los montoneros (guerrilleros ) los
asesinaban, ni hablar de las personas que eran secuestradas de las calles o sus
propias casas y que estaban indocumentadas o parecían sospechosos de ser
guerrilleros. Cualquiera era sospechoso: estudiantes, sindicalistas,
intelectuales, profesionales. Cuando pensaban que eran de los revolucionarios,
los torturaban como querían. Para esto utilizaban picanas eléctricas, bolsas en la cabeza, etc. Los inocentes eran culpables
y luego estos mismos eran los famosos “desaparecidos” de los cuales nunca más
se sabía.
Mi padre me
contó que para esa época tenía apenas 10 años: “esa mañana de abril de 1977
camino a la escuela yendo a buscar a mi compañero, escuché disparos cerca de mi
casa en barrio Guadalupe. Los militares habían cercado la cuadra ubicada en la
esquina de Javier de la Rosa y Güemes más precisamente. No se podía pasar por
allí. Yo pude observar desde la casa de mi compañero que vivía en la esquina
diagonal a la casa donde entraron los militares, el enfrentamiento que duró
entre 20 y 30 minutos aproximadamente. Miraba cómo salía humo de los gases
lacrimógenos. Cuando se disipó el humo y cesaron los disparos, los militares
entraron a sacar los cuerpos. Entre dos personas los arrojaban hacia el camión como si fueran
bolsas de papa, cubiertos de sangre. Luego apareció otro camión del ejército en el cual cargaban
los muebles de esa misma casa. La vaciaron. Cuando los militares se fueron
quedaron dos soldados custodiando la casa. Pude reconocer a uno de ellos que
era un soldado conocido del barrio. Le pedí permiso para observar por la
ventana con mi compañero, de curiosos y vimos los agujeros producto de los disparos,
ventanas rotas, rastros de masa encefálica con restos de cabello, sangre en las
paredes y en el piso. El olor a sangre se confundía con el olor a pólvora y
a los gases. Fue algo difícil de olvidar
lo que viví en ese momento. Tiempo después, en el año 2008, supe por el diario que encontraron cuatro
cuerpos N-N enterrados en una fosa común en el Cementerio Municipal, los que
fueron identificados como los que habían muerto en abril de 1977”.
Hay libros novelados que ficcionalizan
sobre esa época, por ejemplo: “Cruzar la Noche” de Alicia Barberis, “Los Sapos
de la Memoria” de Graciela Bialet, etc. Una cita de este último de Mariana
Caffaratti hace referencia a los vuelos de la muerte en los que ataban a muchas
personas, los encapuchaban, y desde un avión los lanzaban al mar.
Actualmente, los líderes culpables de tanta violencia
están presos, fallecidos, ¿Pero de qué sirve? Lo hecho, hecho está. La etapa de la dictadura fue muy sanguinaria,
violenta y cruel, no respetó los Derechos Humanos. La vida no tenía valor.
Personas inocentes padecieron eso. Muchos hijos de desaparecidos se preguntan
por sus padres, ¿Dónde estarán?, ¿Muertos?, ¿Vivos? ¿Qué habrá sido de ellos?
Preguntas que hasta el día de hoy, transcurridos 36 años, no tienen respuesta
alguna.
Hoy, año 2012 me gustaría que los que son
niños hoy, el día de mañana vivan una etapa feliz como la que yo estoy
viviendo. Los adolescentes vivimos en libertad de pensamiento, tenemos boleto
estudiantil y no hay nadie que nos
prohíba el derecho a expresarnos.
Uno nunca sabe el porvenir del país. Solo
espero que no exista nunca más: Totalitarismo, Dictadura Militar, “La noche de
los lápices”, represión, violencia, silencio.
En memoria de los desaparecidos, personas
que sufrieron y familiares, nunca olvidemos.
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